Accesibilidad digital y discapacidad: estudio desde una perspectiva centrada en las personas

06/02/2023 7:03:22

Ref.: https://www.cedid.es/redis/index.php/redis/article/view/795/483
Resumen
El objeto de esta investigación es la obtención de datos que nos permitan conocer la brecha
digital a la que está expuesto el colectivo de personas con discapacidad. El presente estudio,
que ha tenido como marco la Comunidad Valenciana, podría extenderse al resto de España.
Para obtener los resultados que se presentan se ha realizado una medición cuantitativa sobre
una población de 390 personas y un análisis cualitativo sobre 35 de ellas, con distintas
discapacidades. El valor del estudio reside en sus antecedentes, en la medida que existen
pocas referencias al respecto en informes generales sobre TIC en España y no se han
identificado suficientes estudios sobre los indicadores necesarios para medir este tipo de
situaciones.
El objetivo principal de este estudio es establecer una relación entre vida independiente, grado
de exclusión y participación, y accesibilidad digital. De este modo se pretenden obtener
referencias objetivas sobre posibles brechas tecnológicas a las que se enfrentan tanto estas
personas como el movimiento asociativo y asistencial que les representa. Este estudio,
desarrollado entre marzo y julio de 2021, ha contado con el apoyo económico de la Dirección
General de Lucha Contra la Brecha Digital de la Generalitat Valenciana.

Introducción
En un estudio reciente realizado a finales de 2020, donde se toma como referencia a
profesionales del movimiento asociativo o asistencial vinculados con la discapacidad, se pudo
apreciar que el término más apropia-do para definir las tecnologías digitales y la discapacidad
eran las TIC adaptadas (Martínez y Esteve, 2021). Establecer desde el principio qué se entiende
por accesibilidad o inclusividad digital pasa, según los expertos, por la denominación
‘Tecnologías de Información y Comunicación Adaptadas’, como el encuentro entre las TIC y
las tecnologías adaptativas (por la traducción del Adaptative Technology), entendidas
como aquellas que representan los “recursos para superar las barreras de acceso a las
tecnologías digitales que producen un impacto positivo en la mejora de la calidad de vida de
las personas con discapacidad” (Zappalá et al., 2010). También alrededor de las tecnologías se
encuentran, entre otros, los siguientes términos: ayudas técnicas, tecnologías asistivas o
tecnologías de apoyo, que se utilizan para definir la tecnología en relación con las personas
con discapacidad (Ceapat, 2019). Cook y Hussey (1995) definen a las tecnologías asistivas
como: “el amplio número de aparatos, servicios, estrategias y prácticas que son concebidas y
aplicadas para mejorar los problemas de adaptación al medio de los individuos que padecen
discapacidades”. Si tomamos como referencia la norma UNE, los productos o tecnologías de
apoyo, anteriormente conocidos como ayudas técnicas, son “cualquier producto (incluyendo
dispositivos, equipos, instrumentos, tecnologías y software) fabricado especialmente o
disponible en el mercado para prevenir, compensar, controlar, mitigar o neutralizar
deficiencias, limitaciones en la actividad y restricciones en la participación de las personas con
discapacidad”1.

Conclusiones
Tras estos primeros resultados del estudio, que nos permiten reflexionar para el futuro, la
discusión debe girar alrededor de mejorar y adaptar los cuestionarios para realizar futuras
investigaciones. Los puntos más destacados sobre la mejora se relacionan con la distinción
entre discapacidades, ya que es difícil generalizar y porque conviene profundizar en cada una
de ellas. En este sentido, entendemos que hay que seguir en el futuro diseñando cuestionarios
que tengan cada vez en cuenta estas peculiaridades. Respecto a la adaptación, creemos que se
ha realizado un esfuerzo por parte de las propias asociaciones que agradecer, y consideran que
no se había realizado hasta la fecha en nuestro contexto. Esto nos obliga en un futuro, a seguir
preocupándonos de establecer recursos que faciliten estas muestras de estudio, sobre todo en
lectura fácil y lengua de signos en cualquier cuestionario.
El segundo punto será el de homogeneizar los indicadores de estudio respecto a la brecha
digital y la discapacidad, o al menos su relación con la tecnología. La línea planteada por
Ferreira et al. (2017) puede ser una de las más coherentes en este sentido. Nosotros hemos
tratado de depurar en este último año cuáles son los indicadores más efectivos, pero
conviene seguir desarrollando estas investigaciones, mejorando cuestionarios y
contrastando resultados con los estudios que se logren a nivel nacional e internacional.
Es obvio que cada tipo de discapacidad analizado (visual, auditiva, física, orgánica, salud
mental e intelectual) tiene unas características propias. Sin embargo, a esto conviene añadir,
para futuros estudios, el que:

  • Dentro de cada uno pueden encontrarse afecciones muy diferentes entre sí (por
    ejemplo, dentro del grupo de discapacidades orgánicas son poco comparables los
    casos de personas con hemofilia con los de epilepsia).
  • Dentro de las personas englobadas bajo la misma discapacidad, el grado en la que esta
    les afecta pue-de suponer problemas y soluciones tecnológicas completamente
    distintas (por ejemplo, una pantalla ampliada para personas con discapacidad visual
    con resto visual, o una línea braille para los que no lo tienen).

En este sentido, una futura línea de investigación clave será mejor el detalle de la información
recogida en cada grupo de discapacidad, puesto que el ámbito estudiado es bastante
amplio y las necesidades de accesibilidad varían también dentro de cada grupo especifico.
También convendrá profundizar en la comparación y estudio de correlación entre las
respuestas de accesibilidad digital y cada uno de los segmentos de población identificados.
Como conclusiones de todo el estudio podríamos señalar los siguientes puntos:

1. Las personas con discapacidad consideran que las nuevas tecnologías les han aportado
evidentes beneficios, que se relacionan sobre todo con la conexión y relación social. Las
personas con discapacidad orgánica, física y auditiva han notado las ventajas de las tecnologías
para hacer gestiones desde casa. En cambio, en las discapacidades intelectual, salud mental y
orgánica, han advertido las mejoras en los ámbitos de la formación y el disfrute del ocio.

2. En general, las personas con discapacidad que tienen alguna relación con las tecnologías,
aunque sea básica, se manejan bien con ellas, aunque un 5,3% mantiene problemas serios con
su manejo. En la mayoría de los casos lo entienden pensando en el uso de aplicaciones de mensajería instantánea para teléfonos inteligentes (WhatsApp fundamentalmente), o de las
relaciones a través de redes sociales (Facebook, incluido Messenger, e Instagram).

3. Todavía un 4,3% de personas con discapacidad no disponen de acceso a Internet (en la
Comunidad Valenciana, supone más de 12.000 personas), siendo las personas con problemas
de salud mental las más desconectadas, y las personas con discapacidad física con menos
brecha digital al respecto.

4. De las que tienen acceso, un 11,5% tiene siempre o muchas veces dificultades con Internet,
siendo las personas con problemas de salud mental o discapacidad auditiva (14,6%), las que
presentan una mayor brecha digital.

5. Sobre las dificultades de accesibilidad digital, un 62% considera que las tiene y hay un
importante dato que es el de la necesidad de formación al respecto, sobre todo en personas
con discapacidad visual, intelectual y orgánica. También se pueden incluir en este punto las
dificultades de adaptaciones tecnológicas que hay para personas con discapacidades auditivas
y las dificultades de uso en los casos de personas con problemas de salud mental, discapacidad
intelectual y visual.

6. Aunque detectamos que se encuentran en su mayoría bien preparadas tecnológicamente,
un 30,5% todavía no dispone de smartphone y un 64,9% tampoco de tablet.

7. Prima ya el uso de aplicaciones (53,1%) frente a depender directamente de páginas web.
Destacan aplicaciones relacionadas con ocio y cultura, y las que permiten la comunicación
entre las personas. También se utilizan bastante las aplicaciones de salud y educación y, en un
segundo nivel, las relacionadas con el transporte, el turismo y las necesidades profesionales.

8. Un 19% no tiene cuenta de correo electrónico, un 69,7% no tiene firma digital y un 58,2% no
dispone de cuenta bancaria digital propia. Hay un uso muy bajo de cuentas de compra online,
aunque Amazon es la que mejor se sitúa.

9. Respecto a las redes sociales, Facebook sigue siendo la que tienen más perfiles (sobre todo
en el caso de personas con discapacidad auditiva e intelectual), seguida de Instagram que
se sitúa muy cerca (discapacidad auditiva y problemas de salud mental). Twitter se
concentra sobre todo en personas con discapacidades sensoriales.

10. El mayor número de gestiones que se realizan son los trámites de Hacienda, seguido de
aquellos que están relacionados con la oferta cultural y de ocio, y las que se necesitan para
emitir algún tipo de certificado. Respecto a otros trámites, como los de atención sanitaria,
destacan por encima de la media las personas con discapacidad orgánica y auditiva.

11. Las dos brechas que habría que incluir, junto a las propias de la discapacidad, son las de la
edad (las personas mayores del colectivo tienen menor capacidad de acceso digital) y las que
tienen menos formación y recursos.

12. Casi todas las personas con discapacidad esperan de las tecnologías tres cosas: (1) que les
aporte un mayor nivel de autonomía, (2) que les facilite los pequeños detalles de la vida
cotidiana y (3) que les permita una mayor conexión e interacción social.

13. Hay tres clases de barreras para superar la brecha digital: (1) de información, (2)
económicas (el recurso existe, pero es muy costoso y no lo pueden adquirir) y (3) de uso.