«El análisis de la microbiota transformará cómo diagnosticamos, predecimos y tratamos enfermedades, incluidas las mentales»

13/10/2025 14:24:15

Ref.: https://isanidad.com/343103/el-analisis-de-la-microbiota-transformara-como-diagnosticamos-predecimos-y-tratamos-enfermedades-incluidas-las-mentales/

Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología y autor de Microbiota y salud mental, explica cómo la disbiosis se relaciona con depresión, alzhéimer o párkinson y recuerda que la medicina de precisión genómica debe integrar la interacción con el microbioma

16 de septiembre de 2025

Pablo Malo Segura
 

La evidencia acumulada en los últimos años confirma la existencia de un eje intestino-microbiota-cerebro que conecta la salud intestinal con el funcionamiento neurológico. Diferentes estudios han asociado las alteraciones en la composición y diversidad de la microbiota (disbiosis) con patologías como la depresión, el alzhéimer, el párkinson o el autismo. El Prof. Ignacio López-Goñi, catedrático de microbiología de la Universidad de Navarra y autor del blog microBIO, ha publicado el libro Microbiota y salud mental, donde aborda los mecanismos de comunicación entre microbios y cerebro, el papel de la dieta en su modulación y las perspectivas de una medicina de precisión basada en la microbiota. «Estamos todavía en la edad de piedra de la microbiota, pero el futuro es apasionante. El análisis de la microbiota transformará cómo diagnosticamos, predecimos y tratamos enfermedades, incluidas las mentales», asegura en una entrevista concedida a iSanidad.

En su libro menciona un experimento donde un grupo de ratones desarrollaron depresión tras recibir la microbiota de personas deprimidas. ¿Qué supone este hallazgo sobre la conexión intestino-cerebro?

En 2016 se publicó ese estudio en el que ratones libres de microbiota recibieron microbiota de personas con depresión y los ratones desarrollaron conductas depresivas, pérdida de interés y menor interacción con sus compañeros de jaula. Es como si fuéramos capaces de trasplantar la depresión solo trasplantando microbios intestinales.

«Existe una correlación entre la ansiedad, el estrés y la depresión y la microbiota intestinal»

También se ha demostrado que el tratamiento crónico con antibióticos de amplio espectro en ratones disminuye la riqueza y diversidad de la microbiota y genera ansiedad y comportamientos depresivos, que se revierten al restaurar la microbiota. Estos ejemplos muestran que existe una correlación entre la ansiedad, el estrés y la depresión y la microbiota intestinal, lo que conocemos como el eje intestino-microbiota-cerebro.

Sabemos que una disbiosis (una alteración en el número y diversidad de la microbiota) se correlaciona con más de 300 enfermedades, desde enfermedades metabólicas y nutricionales como la obesidad, la diabetes, trastornos intestinales crónicos, alergias y enfermedades autoinmunes e inflamatorias hasta enfermedades neuronales como la depresión, el autismo, el alzhéimer o el párkinson. El problema es que en la mayoría de los casos no sabemos si son causa o efecto: ¿es la disbiosis la que causa la enfermedad o es la enfermedad la que genera la disbiosis?

¿Cuáles son los principales mecanismos de comunicación entre el intestino y el cerebro?

No hay un camino único y la vía es bidireccional. Por una parte, está el nervio vago, uno de los doce nervios craneales que conecta directamente el cerebro con el intestino. El intestino además también tiene su propio sistema neuronal, el sistema nervioso entérico. En animales de experimentación se ha comprobado por ejemplo que la bacteria Lacticaseibacillus rhamnosus reduce los síntomas de la ansiedad y depresión en ratones sometidos a estrés, y que ese efecto desaparee al cortar el nervio vago.

«Una disbiosis se correlaciona con más de 300 enfermedades, desde metabólicas y nutricionales hasta neuronales»

Por otra parte, la microbiota intestinal regula la disponibilidad de triptófano que es esencial para la síntesis de serotonina, y el 90% de este neurotransmisor se sintetiza a nivel intestinal. Y la serotonina es el precursor a su vez de la melatonina. Pero, además, las bacterias intestinales pueden sintetizar otros neurotransmisores como la dopamina, GABA, noradrenalina, cortisol… que de alguna manera pueden influir en las funciones cerebrales. Un déficit en estos compuestos produce insomnio, fatiga, estrés, ansiedad… La microbiota también es responsable de la síntesis de ácidos grasos de cadena corta: el butirato protege la barrera intestinal y reduce la inflamación cerebral; el propionato y el acetato regulan metabolismo y funciones neuronales.

La microbiota también influye en la síntesis de compuestos relacionados con la inflamación, como las interleuquinas. Una disbiosis que genere un incremento en compuestos pro-inflamatorios acaba produciendo un aumento de permeabilidad intestinal y neuroinflamación crónica relacionada con varias enfermedades como el Alzheimer. El aumento de la permeabilidad intestinal permite que endotoxinas bacterianas y otros compuestos activen la inflamación en el cerebro.

Se han descrito alteraciones de la microbiota en enfermedades neurológicas como depresión, alzhéimer, párkinson y autismo. ¿Qué evidencia científica es más sólida en este campo?

Hay varios ejemplos concretos que muestran asociaciones específicas entre la microbiota intestinal y enfermedades neurológicas. Quizá la evidencia más sólida sea un macroestudio publicado en 2019 donde se caracterizó la microbiota intestinal y su relación con síntomas depresivos en más de 3.000 sujetos de seis grupos étnicos de distintos orígenes y culturales (europeos, asiáticos, africanos, turcos…). Los resultados confirmaron estudios anteriores y demostraron que había hasta trece grupos microbianos distintos que se correlacionaban con los síntomas depresivos.

«En 2019 un macroestudio demostró que había hasta trece grupos microbianos distintos que se correlacionaban con los síntomas depresivos»

Algunas bacterias concretas, como Faecalibacterium y Coprococcus, ambas con la capacidad de producir butirato, se asociaban de forma consistente con indicadores de una buena calidad de vida. Coprococcus y otra bacteria denominada Dialister estaban disminuidas en las personas con depresión. Esto estaba relacionado con la síntesis microbiana de neurotransmisores como la dopamina y el ácido aminobutírico. Estos resultados, con un gran número de muestras de una población heterogénea, demuestran que los cambios se mantienen más allá de las diferencias culturales, genéticas y de estilo de vida de distintos grupos étnicos. También se han demostrados cambios en la riqueza y diversidad de la microbiota intestinal al comparar personas sanas con personas con alzhéimer, párkinson o autismo.

¿Hasta qué punto los cambios en la dieta pueden modular la microbiota intestinal y tener un impacto real en la salud mental? ¿Existe una “mejor dieta” para nuestra microbiota y cerebro?

Modificar de forma concreta y dirigida la microbiota de un adulto es más difícil de lo que pensábamos, pero la forma más eficaz es la alimentación. Lo que comemos, y cómo lo comemos, influye directamente en la composición y diversidad de nuestra microbiota. Se ha demostrado que una dieta de estilo occidental, rica en alimentos ultraprocesados, grasas y azúcares, reduce la diversidad bacteriana e incrementa bacterias pro-inflamatorias, aumentando el riesgo de ansiedad y depresión.

«Modificar de forma concreta y dirigida la microbiota de un adulto es más difícil de lo que pensábamos, pero la forma más eficaz es la alimentación»

Por el contrario, una dieta rica en fibra, probióticos y polifenoles (lo que da el color a la fruta) aumenta la abundancia de Bifidobacterium y Lactobacillus, reduce Escherichia coli, y otras bacterias pro-inflamatorias. Esto favorece la producción de ácidos grasos de cadena corta y disminuye inflamación. Es la base de una dieta mediterránea que se ha demostrado también que reduce la ansiedad y la depresión. Por eso, lo mejor para tener una microbiota rica y diversa, que es sinónimo de una microbiota sana, es una dieta rica en fibra de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, que aumenta producción de butirato, los polifenoles de las frutas y aceite de oliva, que favorecen a las bacterias beneficiosas y probióticos naturales de alimentos fermentados que aportan nuevos microorganismos. Eso unido a una reducción de alimentos ultraprocesados, azucares, exceso de sal y grasas saturadas que alteran la microbiota y promueven inflamación.

En definitiva, la mediterránea destaca como la más beneficiosa para la microbiota y el cerebro. Pero no solo influye el tipo de alimento sino el cómo se cocine. El mismo alimento hervido o frito tiene distinto efecto sobre nuestra microbiota. La dieta mediterránea es un estilo de vida.

«La dieta mediterránea se ha demostrado que reduce la ansiedad y la depresión. Es la más beneficiosa para la microbiota y el cerebro»

En el libro habla de probióticos, prebióticos, postbióticos y simbióticos. ¿Cuáles de estas intervenciones tienen mayor respaldo científico actualmente?

En la definición oficial de probióticos, prebióticos, postbióticos y simbióticos se incluye siempre «que confieran un efecto beneficios para la salud» y eso muchas veces no es tan fácil de demostrar.

Existen multitud de ensayos que aseguran que estos compuestos tienen un efecto preventivo e incluso terapéutico o curativo de algunos problemas de salud. Se ha descrito, por ejemplo, que los probióticos mejoran la función intestinal y la absorción de nutrientes, previenen enfermedades gastrointestinales como la diarrea aguda asociada al consumo de antibióticos o infecciones por Clostridioides difficile, el síndrome del colon irritable, sepsis y enterocolitis neonatal, infección por Helicobacter pylori, infecciones respiratorias, dermatitis atópica o, incluso, riesgo cardiovascular.

Muchos estudios han sugerido que los probióticos modulan la respuesta inmunológica al afectar la expresión de genes relaciones con la inmunidad y la inflamación. También se ha sugerido que los probióticos pueden modular la microbiota original o normalizarla cuando esté desequilibrada, inhibir y bloquear la colonización de otras bacterias patógenas, estabilizar la barrera epitelial, promover la secreción de moco o elevar los niveles de algunos compuestos como el butirato. Incluso, se les ha conferido cierto efecto antidepresivo y contra la ansiedad.

«Multitud de ensayos aseguran que estos compuestos tienen un efecto preventivo e incluso terapéutico o curativo de algunos problemas de salud»

Lamentablemente, existen al mismo tiempo trabajos similares con resultados negativos e incluso opuestos. A esta confusión contribuye que muchos efectos no se han comprobado en humanos o solo se ha hecho con alguna cepa concreta de un microorganismo determinado. Existe además una enorme variabilidad de cepas distintas de bacterias y levaduras que se emplean en los distintos trabajos, no existe un consenso en las formulaciones, ni en los protocolos metodológicos y de análisis de los resultados, y hay una alta heterogeneidad en términos de dieta, edad, sexo, genética y microbiota indígena de los individuos analizados.

En muchos casos faltan evidencias y son necesarios más estudios clínicos para comprobar si esos cambios que se asocian a estos compuestos son realmente beneficiosos o no, o es simplemente un efecto placebo. Faltan ensayos clínicos multicentro. Además, algunos efectos que se observan en modelos animales no necesariamente son trasladables a humanos, como, por ejemplo, el efecto de los probióticos sobre la ansiedad. En resumen, la mayoría de las publicaciones sugieren que quizá podrían tener algún efecto beneficioso en algunas personas. Por eso es necesaria más investigación.

«En muchos casos faltan evidencias y son necesarios más estudios clínicos para comprobar si los cambios que se asocian a estos compuestos son realmente beneficiosos o no, o es simplemente un efecto placebo»

Usted imagina un hospital en el año 2075 donde la microbiota será parte de la medicina de precisión. ¿Qué avances cree que veremos en los próximos 20 o 30 años en este campo?

Podríamos pensar que estamos en la «edad de oro» de la microbiota: todo tiene relación con nuestro microbios, y es cierto. Pero en realidad, estamos en la «edad de piedra» de la microbiota. Es mucho más lo que desconocemos que lo que sabemos. Quedan muchas preguntas sin responder. Por eso, quizá en algunos ámbitos de la medicina todavía haya un cierto escepticismo en todos estos temas relacionados con la microbiota y la salud.

Sin embargo, el microbioma no es que influya en nuestra biología, es que es constitutivo del metaorganismo que somos. Somos más que simples humanos. No somos individuos aislados, sino entidades discretas con un sinfín de interacciones siempre cambiantes con nuestros microbios. El objetivo es desarrollar medidas preventivas, diagnósticas y terapéuticas basadas en la microbiota. La medicina de precisión basada en el genoma necesita ajustarse a la interacción con el microbioma. Lo que hoy es una realidad hace 50 años nos parecía ciencia ficción. Hoy secuencian nuestro genoma y dependiendo de determinados marcadores genéticos pueden personalizar el tratamiento contra el cáncer para que sea más efectivo. No todos los cánceres de mama se tratan igual, por ejemplo, depende de tu genética.

«Utilizando tecnologías avanzadas de secuenciación, análisis bioinformáticos e inteligencia artificial, los médicos podrán evaluar la microbiota de un paciente en tiempo real»

En el futuro, el análisis de la microbiota revolucionará completamente la medicina personalizada, transformando cómo diagnosticamos, predecimos, evitamos y tratamos enfermedades, incluidas las condiciones mentales. Los análisis de microbiota serán rápidos, precisos y accesibles para todos. Utilizando tecnologías avanzadas de secuenciación, análisis bioinformáticos e inteligencia artificial, los médicos podrán evaluar la microbiota de un paciente en tiempo real. Los datos del microbioma se relacionarán con otros análisis del paciente como el genoma y el mapa completo de su metabolismo y sistema inmunitario, lo que podríamos denominar el metaboloma y el inmunoma. Con toda esa información se podrán diagnosticar y tratar todo tipo de enfermedades relacionadas con la inflamación, el sistema inmune y el metabolismo.

Los probióticos y prebióticos serán de precisión, adaptándose específicamente a las necesidades únicas de cada individuo. No solo se usarán para mantener un equilibrio saludable en el intestino, sino también para modular de manera precisa la microbiota en función de las necesidades de salud de cada persona. Se podrán diseñar probióticos personalizados con distintas combinaciones de cepas concretas y bien caracterizadas, que se combinarán con prebióticos concretos y optimizados para estimular el crecimiento de cada cepa microbiana. De esta forma, no solo colonizaran distintas partes del tracto digestivo, sino que también sintetizaran compuestos específicos para cada paciente según sus necesidades metabólicas particulares. La capacidad de transferir microbiotas concretas de donantes sanos a receptores con condiciones específicas será común, optimizando la microbiota del paciente para mejorar su salud general.

«Los datos del microbioma se relacionarán con otros análisis del paciente como el genoma y el mapa completo de su metabolismo y sistema inmunitario, lo que podríamos denominar el metaboloma y el inmunoma»

Este enfoque no solo transformará la medicina, sino que también abrirá nuevas puertas para comprender y tratar enfermedades mentales y físicas de manera más efectiva y personalizada que nunca. En definitiva, medicina de precisión, un traje a medida para cada paciente. Estamos todavía en la «edad de piedra» de la microbiota, pero el futuro es apasionante.

En una época donde hay cada vez más desinformación que corre como la pólvora por las redes sociales, ¿qué papel considera que debe jugar la divulgación científica para combatir los bulos en el ámbito de la salud?

En contra de lo que muchos pensábamos, la pandemia ha generado cierta desconfianza en la ciencia en algunos sectores de la sociedad. Eso unido al exceso de politización de la vida cotidiana ha creado un ambiente de bulos en el ámbito de la salud muy peligroso. Una divulgación de la ciencia que combine el rigor con la accesibilidad es cada vez más importante para acercar la ciencia a la ciudadanía, que se entienda cómo funciona la ciencia y su importancia para nuestra salud y para sostener la calidad de vida que hoy en día disfrutamos.

«La divulgación de la ciencia es una forma de transferencia del conocimiento a la sociedad y una sociedad mejor informada también es menos manipulable, más libre y más democrática»

Mensajes como que las vacunas contra la Covid causan cáncer, que producen autismo, o que el sarampión ya no existe no tiene ninguna base científica. La divulgación de la ciencia es una forma de transferencia del conocimiento a la sociedad y una sociedad mejor informada también es menos manipulable, más libre y más democrática.