La fosfatemia es un factor pronóstico independiente en la esclerosis lateral amiotrófica

Ref.: https://doi.org/10.1002/ana.27252
Este estudio tuvo como objetivo investigar el valor de varios biomarcadores sanguíneos relacionados con el daño muscular, para predecir la posible evolución de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Para ello, los investigadores analizaron datos de dos grandes grupos de pacientes: el estudio PARALS (Italia) y la base de datos PRO-ACT (una colección de datos de ensayos clínicos de acceso libre).
La supervivencia de los pacientes se definió como el tiempo desde que fueron diagnosticados hasta su fallecimiento, la necesidad de traqueostomía o la fecha en la que se recopilaron los últimos datos. Se evaluaron los niveles en sangre de varias moléculas al momento del diagnóstico, como el potasio, la creatinina, la creatina quinasa, el fósforo, la AST y la ALT, para comprobar su potencial uso como biomarcadores pronósticos. Se utilizó un modelo estadístico llamado modelo de Cox para analizar la relación de cada biomarcador con la supervivencia, ajustando los resultados según el sexo, la edad de inicio de la enfermedad, inicio de síntomas y el tiempo transcurrido desde los primeros síntomas hasta el diagnóstico. Además, se empleó un modelo más avanzado para examinar si la velocidad a la que cambian los niveles de fósforo en sangre con el tiempo (la pendiente de la fosfatemia) también tenía un valor pronóstico.
En total, se incluyeron en el estudio 1.444 pacientes del grupo PARALS y 1.023 pacientes de la base de datos PRO-ACT. De todos los biomarcadores analizados, solo la creatinina y el fósforo mostraron una asociación significativa con la supervivencia en el grupo PARALS.
Para la creatinina, un nivel más alto se asoció con una mayor supervivencia (HR = 0.65 y un intervalo de confianza de 95%). Este hallazgo puede explicarse debido a que la creatinina se considera un reflejo de la masa muscular total, y su variación puede reflejar la pérdida de esta en la ELA.
Para el fósforo, un nivel más alto se asoció con una menor supervivencia (HR = 1.14 y un intervalo de confianza de 95%). Estos resultados se confirmaron después en la base de datos PRO-ACT, donde la asociación de la creatinina con una mayor supervivencia fue aún más marcada (HR = 0.21 y un intervalo de confianza de 95%, p < 0.0001), y la del fósforo con una menor supervivencia también fue significativa (HR = 2.35, un intervalo de confianza de 95%, p = 0.02). Analizando los datos de seguimiento de la base de datos PRO-ACT, los investigadores encontraron que un aumento de 0.1 mmol/l por mes en los niveles de fósforo en sangre también se relacionaba con un riesgo significativamente mayor de eventos (HR = 8.26, intervalo de confianza de 95%, p= 0.044).
La hipótesis principal que los investigadores plantean para explicar la asociación observada entre los niveles de fosfato y la supervivencia es que podría deberse a su relación con el daño muscular. El fósforo se almacena en parte en tejidos blandos como el músculo, y en condiciones de daño muscular severo pueden causar aumentos significativos en los niveles de fosfato en sangre. Aunque esta es una explicación plausible, los investigadores señalan que se necesitan más estudios para confirmar este extremo.
En conclusión, este estudio confirma que los niveles de creatinina en sangre al momento del diagnóstico son un marcador pronóstico en la ELA. Además, identifica que tanto los niveles de fósforo en sangre al diagnóstico como la velocidad a la que varían con el tiempo podrían ser marcadores importantes para predecir la evolución de la ELA. Al igual que otros biomarcadores en sangre, medir los niveles de fósforo es un método económico y poco invasivo, lo que apoya su posible uso en futuros estudios clínicos, ya sea para agrupar a los pacientes o incluso como medidas de resultado.